domingo, 20 de noviembre de 2011

EN PLENA FELICIDAD - Stephany Morocho

En un lugar llamado Darían vivía una adolescente llamada Evoleth, ella vivía con sus padres y su dulce abuelita, era muy desatenta y no le agradaba pasar momentos en familia, le encantaba salir con sus amigos.
Un día después del colegio su madre le pidió que vaya hacerle unas compras porque sentía dolencia en las piernas a lo que esta se negó porque tenía que salir.
En la noche cuando Evoleth regresó a casa se dio cuenta que su mamá no estaba, le preguntó a su abuelita, pero ella no quiso decirle lo que había pasado solo dijo que había salido con su papá. A pesar de lo que le había dicho la anciana estaba muy preocupada porque era muy tarde y aún no llegaban, al promediar la 1 de la madrugada llega su papá solo, entonces Evoleth le pregunta dónde estaba su mamá, el padre le contó que su mamá había sufrido un accidente, un ladrón la había perseguido para robarle y ella empezó a correr pero las piernas le dejaron de responder y no se había dado cuenta de un auto, Evoleth se echó a llorar y se sintió muy mal, por no haber cuidado a quien le dio la vida.
Desde aquel entonces ella dejó de salir con sus amigos y les dedicó más tiempo a su madre y su abuela; pasaban mucho tiempo juntas haciendo manualidades y creando en la cocina experimentos que salieran ricos para que cuando su papá llegara en la noche los probara. Evoleth descubrió en su madre y en su abuelita las mejores amigas del mundo, porque podría confiar en ellas, sabía que sus críticas la ayudarían a mejorar y que ellas jamás la defraudarían. En su padre encontraba seguridad, protección, era la persona que no la dejaría sola y que la ayudaría a tomar sus grandes decisiones.
Una mañana del mismo año se da cuenta de que tiene todo lo que siempre quiso, su abuelita estaba sana, su mamá se había recuperado, su papá tenía mejor trabajo y a ella le iba muy bien en los estudios, además se había dado cuenta de que había dejado de lado a sus amigos y que necesitaba también pasar tiempo con ellos, así que empezó a salir, pero esta vez planificaba sus salidas familiares y con sus amistades. Llegó a sentir la plena felicidad.
Tiempo después empezaron los problemas por dinero, a su papá le empezó a ir mal en el trabajo y el sueldo que ganaba no le alcanzaban para cubrir todos los gastos de la casa, el padre estaba desesperado y su mamá muy preocupada al igual que la abuelita. Evoleth estaba disgustada porque su papá siempre se encontraba de muy mal humor, se desquitaba con cualquiera que viera, cada día que pasaba había más discusiones en casa hasta por cosas sin sentido. Estos problemas afectaron mucho a su abuelita, ella sufrió un paro cardiaco. Una noche se acostó a descansar y jamás despertó.
Después de un año de haber estado todos juntos tratando de superar aquel dolor y aquella pérdida, acordaron no volver a tomarle más importancia a las cosas materiales.
Un viernes, el padre comenta que quería realizar un paseo familiar, el mejor paseo de todos, el paseo que jamás olvidarían, quería ir a un lugar alejado, a un lugar silvestre donde puedan relajarse y sentirse libres de preocupaciones ni tensiones.
Al día siguiente, la familia realiza este viaje, se van a Tunya, era un lugar de la Luna donde había ríos, árboles enormes y una gran variedad de animales, todo era campo. La familia prende fuego y realiza una fogata, los tres cantando y comiendo, cuando en eso Evoleth recuerda que había quedado con su amiga para ir al cine por la tarde, se despide de sus padres y regresa a Darían.
Evoleth, al saber que sus padres estarían en el campo hasta el día siguiente, se queda a dormir con su amiga. Al día siguiente por la mañana Evoleth mira las noticias junto con la familia de amiga y se entera de que hubo un accidente en la carretera camino a Tunya, se sorprende y empieza a llorar porque parecía que sus padres eran quienes habrían sufrido ese accidente, era el auto de su padre y no había más qué decir, eran ellos, un alce había cruzado la autopista y el auto había volcado.
Cuando llega desesperada a su casa, llora y reflexiona, piensa en la maravillosa familia que tenía y que hubiera preferido mil veces haber muerto junto a ella que haber visto una repetible película con una amiga que, quizás más adelante la traicione o se aleje. De pronto tocan la puerta, Evoleth se queda pasmada y llora de nuevo, vio a una mujer que creyó nunca volvería a ver, era su mamá. Su padre venía detrás, este le preguntó por qué lloraba desconsolada. Deja de llorar, hija mía, nosotros te amamos, le dijo. Ella les explicó lo que había visto en el noticiero, su papá le contó que en el auto les había sido robado y que en el afán de fuga, los delincuentes habían muerto. Mientras tanto ellos debieron tomar el autobús de la mañana para regresar. Evoleth se sentía la chica más afortunada y agradecida de Darían por tener a una familia así.

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