domingo, 20 de noviembre de 2011

UN MUCHACHO SINGULAR - Marco A. Rodríguez G.

Era un chico que  no tenía amigos, en el colegio se burlaban de él, en casa no le prestaban atención. César estaba a punto de suicidarse y cuando estaba camino a la fatalidad se apareció el  alma de su padre quien le dice: hijo, lucha por la vida y supérate, el joven se puso a llorar y pensó bien las cosas mientras siguió caminando.
Mario está en 4to de sec.  Es un chico aplicado. Una mañana en el colegio un grupo de chicos le proponen escarparse de la escuela para ir a jugar una pichanga, Mario sin pensarlo dos veces aceptó. Al día siguiente Mario sale de su casa y se reúne con el grupo de pandilleros, entonces le dijeron que iban  a hacer algo que demostraría todo el poder que tiene un hombre. Juan quien era el cabecilla del grupo le indicó vas a ir a esa tienda y robarle el dinero a esa señora. Él  movió la cabeza, fue entró y trató de  robarle  pero no lo hizo porque en su mente recordó lo que le dijo su padre, inmediatamente salió corriendo y el grupo de jóvenes fue tras  del él, lo alcanzaron y lo golpearon. Mario quedó herido tirado en una calle .Ya era de noche, él se levantó con las poca fuerzas que le quedaba e intentó regresar a su casa .Al llegar todo ensangrentado su  hermana le pregunta por lo que pasó. No dijo nada, fue a su cuarto y lloró. Se pasó toda la noche escribiendo un libro (era un libro donde están sus pensamientos más profundos).
Al despertar la mañana siguiente, no quiso ir a la escuela por lo que había pasado por el grupo de chicos. Sabía que podrían golpearlo nuevamente. El joven salió de su casa, pero no fue al colegio, se dirigió al cementerio donde estaba la tumba de su padre, ya en el lugar empezó a conversar con él preguntándole  por qué  lo había abandonado, le decía que lo necesitaba mucho, que no le bastaba tener una madre que siempre trabaja y no se preocupa  por él. Mario sacó del bolsillo una carta que había escrito para su padre cuando este supuestamente iba a regresar de un viaje de trabajo, pero ya no regresó. Mario saca la carta y abre la luna donde se coloca las flores, la coloca y se va.
Por la noche regresó a su casa, fue a su cuarto para dormir, en ese lapso cuando se estaba cambiando de ropa observa la carta que había dejado en la tumba, estaba al costado de la lámpara, la miró sorprendido y no sabía qué decir, la miró y tuvo miedo abrirla, la dejó donde estaba y durmió.
Ya dormido soñó con su padre que le decía: animo hijo tú puedes triunfar en la vida. Al nuevo amanecer decide ir al colegio porque no se quería atrasar. Al ingresar a la escuela estaban en una esquina Juan y su grupo. Juan lo miró y le hizo una señal con su mano que significaba que estaba muerto. Mario al ver eso caminó a su salón. La chica que le gustaba se sienta a su lado él la mira y no deja de mirarla. La maestra ingresa  y pide saquen su libro. Dayana, que no había llevado su libro a clases se sienta junto a Mario a solicitud de de la maestra. La jovencita sonrió ante él y entre conversaciones ella le pide para ir a su casa y completar algunas tareas que le faltan. Este accede y le indica que se encontrarán a la hora de salida. Mario no lo podía creer todo lo que estaba pasando y solo agradecía a su padre que lo protege desde el cielo. Él estaba ansioso de que llegará la salida, faltaba diez minutos, pero él decide salir antes y le pide permiso a la maestra. Mario salió y vio a Dayana que estaba sentada sola en una banca y de repente, un chico se acerca y la abraza, él al darse cuenta de que la chica de quien estaba enamorada ya tenía enamorado salió corriendo. Decepcionado se fue sin esperar. Mario tenía un montón de pensamientos dando vueltas en su cabeza, no podía aclararlos ya que estaba destrozado, se dirigió caminando lentamente hacia un puente, mirando a la gente alborotada que caminaba tan feliz. Quería encontrarse con su padre, se sentía infeliz, llegó rápidamente al puente, cruzó la baranda que parecía muy alta.
Observó entonces desde el precipicio que se acercaba un hombre de blanco que le decía: Mario, vamos… ya es tarde para arrepentirse. Mario se convirtió entonces en un caso de muchos jóvenes sumisos y débiles que huyen de los problemas refugiándose en la muerte sin dar solución a sus problemas.
No olvidemos que debemos llegar a nuestra meta y así sentirnos orgullosos de nosotros mismos.

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